Perón y el movimiento obrero


La relación de Perón con el movimiento obrero comienza cuando tuvo a su cargo a la DNT, que luego pasó a ser la Secretaría de Trabajo. Desde ese puesto convocó a los dirigentes sindicales, con excepción de los comunistas, y los impulsó a organizarse. Desde ese puesto colaboró para satisfacer sus demandas salariales, extender las jubilaciones, otorgar vacaciones pagas y proteger a los obreros ante accidentes de trabajo, también sancionó el Estatuto del Peón que mejoraba las condiciones del trabajador rural.
Los dirigentes sindicales primero desconfiaron de este acercamiento ya que desconfiaban del carácter no democrático del gobierno militar. De hecho, muchos sindicalistas no adhirieron a esta convocatoria de Perón, sobre todo los comunistas y socialistas. Pero lentamente, y al ver que las promesas se hacían realidad, los sindicalistas aceptaron la invitación del gobierno, aunque siguieron exigiendo un retorno a la democracia.
Las agrupaciones patronales fueron distanciándose de Perón, mientras que este acentuaba su identificación con los obreros, subrayaba su prédica anticapitalista y desarrollaba ampliamente en su discurso los motivos de la justicia social.
De alguna manera, Perón tenía un discurso que buscaba alimentar en cada movimiento político un miedo diferente.  Rouquié lo llamó el bombero piromaníaco: a los militares los amenazaba con el caos de la posguerra, y a los empresarios con el peligro del comunismo. Era como si Perón amenazara constantemente con un estallido para luego traer una solución, apagar ese incendio que el mismo había provocado.


En el siguiente video, en la primera actuación que aparece, se ve la capacidad de Perón de controlar y su fluída oratoria. Se ve como amenaza, por ejemplo, de que los comunistas tomarán decisiones de Estado.



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