En relación con la Iglesia, existió un acuerdo básico que consistía en
mantener la enseñanza religiosa en las escuelas y conceder la conducción de las
universidades a personajes vinculados con el clericalismo hispanófilo. A la vez
introdujo a su elenco político algunas figuras religiosas, como sacerdotes
(sacerdote Benitez) o padres (Virgilio Filippo). A pesar de esto, un importante
grupo eclesiástico se alió a la oposición ya que estaban preocupados por el
creciente autoritarismo del presidente. Sin embargo, también hubo grupos que
lamentaron la caída del gobierno de Perón. Pero, la relación se tornaría peor a partir de 1954, en su segundo gobierno.
En cuánto a las Fuerzas Armadas, el presidente tuvo una clara determinación a no
entrometerse dentro de las FFAA y la vez, no permitir que estas tomen un lugar
relevante en el gobierno nacional. Perón intentó conservar la identificación
establecida en 1943 entre las fuerzas armadas y un gobierno del que se quería
continuador.
Con respecto al Estado, Perón planteaba que éste, además de dirigir
la economía y cuidar la seguridad del pueblo, debía ser el ámbito donde los
distintos intereses sociales negociaran y dirimieran sus conflictos. Este
modelo rompe con la concepción liberal del Estado y se lo puede encontrar tanto
en Mussolini como en Lázaro Cardenas. Se buscaba una reestructuración de las
instituciones republicanas, una desvalorización de los espacios democráticos y
representativos y una subordinación de los poderes institucionales al
Ejecutivo.
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