El partido peronista, creado en 1947, tenia una
posición estrictamente vertical, había
una clara separación entre los distintos niveles de jerarquía. En la cima se
encontraba el líder, presidente de nuestro país y el partido que poseía el
derecho a modificar cualquier decisión partidaria. Por esta razón Romero
plantea que el partido peronista era una versión local del Fuhrerprinzip pero menós dramática: el partido se limitó a
organizar las candidaturas y Perón, a arbitrar en los casos difíciles o a
mencionar al menos quienes debían ser electos.
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